El viaje hacia uno mismo es como el viaje al centro de la tierra, bonito aunque a veces te quemes





martes, 9 de febrero de 2010

buscando tinajas nunca sabes lo que te puedes encontrar

Estaba buscando tinajas. Las arabes propias de andalucía son un ejemplo de este tipo de vasijas. Las necesito para las clases de ceramica, lo que no sabía yo era que buscando y buscando tinajas y aceiteras me iba a encontrar con esta obra de teatro...

Las dos tinajas de Peronella


Escena de Il decameron. Italia, 1971. Pier Paolo Pasolini. Resumen
Al ser sorprendida en casa por la llegada del marido cuando está con su amante, la napolitana Peronella simula que el mozo es un comprador de una gran tinaja que tienen. Si guiendo la corriente, el amante dice que la tinaja no está lo suficientemente limpia y el marido se mete dentro a limpiarla. Y mientras está frotando, el amante monta a Peronella, que lo celebra, al tiempo que da instrucciones al marido para que siga limpiando.



Relato

Peronella, oyendo al marido, que conoció en la manera de llamar, dijo: -¡Ay! Giannelo mío, muerta soy, que aquí está mi marido que Dios confunda, que ha vuelto, y no sé qué quiere decir esto, que nunca ha vuelto a esta hora; tal vez te vio cuando entraste. Pero por amor de Dios, sea como sea, métete en esa tinaja que ves ahí y yo iré a abrirle, y veamos qué quiere decir este volver esta mañana tan pronto a casa.

Giannello prestamente entró en la tinaja, y Peronella, yendo a la puerta, le abrió al marido y con mal gesto le dijo:

-¿Pues qué novedad es ésta que tan pronto vuelvas a casa esta mañana? A lo que me parece, hoy no quieres dar golpe, que te veo volver con las herramientas en la mano; y si eso haces, ¿de qué viviremos? ¿De dónde sacaremos pan? ¿Crees que voy a sufrir que me empeñes el zagalejo y las demás ropas mías, que no hago día y noche más que hilar, tanto que tengo la carne desprendida de las uñas, para poder por lo menos tener aceite con que encender nuestro candil? Marido, no hay vecina aquí que no se maraville y que no se burle de mí con tantos trabajos y cuáles que soporto; y tú te me vuelves a casa con las manos colgando cuando deberías estar en tu trabajo.

Y dicho esto, comenzó a sollozar y a decir de nuevo:

-¡Ay! ¡Triste de mí, desgraciada de mí! ¡En qué mala hora nací! En qué mal punto vine aquí, que habría podido tener un joven de posición y no quise, para venir a dar con éste que no piensa en quién se ha traído a casa. Las demás se divierten con sus amantes, y no hay una que no tenga, quién dos y quién tres, y disfrutan, y le enseñan al marido la luna por el sol; y yo, ¡mísera de mí!, porque soy buena y no me ocupo de tales cosas, tengo males y malaventura. No sé por qué no cojo esos amantes como hacen las otras. Entiende bien, marido mío, que si quisiera obrar mal, bien encontraría con quién, que los hay bien predispuestos que me aman y me requieren y me han mandado propuestas de mucho dinero, o si quiero ropas o joyas, y nunca me lo sufrió el corazón, porque soy hija de mi madre; ¡y tú te me vuelves a casa cuando tenías que estar trabajando!

Dijo el marido:

-¡Bah, mujer!, no te molestes, por Dios; debes creer que te conozco y sé quién eres, y hasta esta mañana me he dado cuenta de ello. Es verdad que me fui a trabajar, pero se ve que no lo sabes, como yo no lo sabía; hoy es el día de San Caleone y no se trabaja, y por eso me he vuelto a esta hora a casa; pero no he dejado de buscar y encontrar el modo de que hoy tengamos pan para un mes, que he vendido a este que ves aquí conmigo la tinaja, que sabes que ya hace tiempo nos está estorbando en casa: ¡y me da cinco liriados !

Dijo entonces Peronella:

-Y todo esto es ocasión de mi dolor: tú que eres un hombre y vas por ahí y debías saber las cosas del mundo,has vendido una tinaja en cinco liriados que yo, pobre mujer, no habías apenas salido de casa cuando, viendo lo que estorbaba, la he vendido en siete a un buen hombre que, al volver tú, se metió dentro para ver si estaba bien sólida.

Cuando el marido oyó esto se puso más que contento, y dijo al que había venido con él para ello: ­Buen hombre, vete con Dios, que ya oyes que mi mujer la ha vendido en siete cuando tú no me dabas más que cinco.

El buen hombre dijo:

­¡Sea en buena hora!

Y se fue.

Y Peronella dijo al marido:

­¡Ven aquí, ya estás aquí, y vigila con él nuestros asuntos! Giannello, que estaba con las orejas tiesas para ver si de algo tenía que temer o protegerse, oídas las explicaciones de Peronella, prestamente salió de la tinaja; y como si nada hubiera oído de la vuelta del marido, comenzó a decir:

­¿Dónde estáis, buena mujer?

A quien el marido, que ya venía, dijo:

­Aquí estoy, ¿qué quieres?

Dijo Giannello:

­¿Quién eres tú? Quiero hablar con la mujer con quien hice el trato de esta tinaja.

Dijo el buen hombre:

­Habla con confianza conmigo, que soy su marido.

Dijo entonces Giannello:

­La tinaja me parece bien entera, pero me parece que habéis tenido dentro heces, que está todo embadurnado con no sé qué cosa tan seca que no puedo quitarla con las uñas, y no me la llevo si antes no la veo limpia.

Dijo Peronella entonces:

-No, por eso no quedará el trato; mi marido la limpiará.

Y el marido dijo:

-Sí, por cierto.

Y dejando las herramientas y quedándose en camino, se hizo encender una luz y dar una espátula, y entró dentro recipiente y comenzó a raspar.

Y Peronella, como si quisiera ver lo que hacía, puesta la cabeza en la boca de la tinaja, que no era muy alta, y además de esto uno de los brazos con todo el hombro, comenzó a decir a su marido: ­Raspa aquí, y aquí y también allí... Mira que aquí ha quedado una pizquita. Y mientras así estaba y al marido enseñaba y corregía, Giannello, que completamente no había aquella mañana su deseo todavía satisfecho cuando vino el marido, viendo que como quería no podía, se ingenió en satisfacerlo como pudiese; y arrimándose a ella, que tenía toda tapada la boca de la tinaja, de aquella manera en que en los anchos campos los desenfrenados caballos encendidos por el amor asaltan a las yeguas de Partia , a efecto llevó el juvenil deseo; el cual casi en un mismo punto se completó y se terminó de raspar la tinaja, y él se apartó y Peronella quitó la cabeza de la tinaja, y el marido salió fuera. Por lo que Peronella dijo a Giannello:

-Coge esta luz, buen hombre, y mira si está tan limpia como quieres Giannello, mirando dentro, dijo que estaba bien y que estaba contento y dándole siete liriados se la hizo llevar a su casa .

(*) Giovanni Boccaccio (1313 ­ 1375), escritor y humanista italiano. Extracto

3 comentarios:

  1. Hola Mitzly seguí tus huellas por el cruce de caminos con el blog de Aka y aquí llegué.Como el sitio me ha gustado por aquí me quedo y de vez en cuando vendré dando un paseo.Felicidades por el blog y buen camino también para tí.Saludos desde la Alcarria.Hasta pronto.

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  2. Hola Moranchelia, me encanta que me hayas escrito. Siempre viene bien una mano en el camino y mas cuando se acaba de emprender. Veré tu blog.Saludos

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  3. EStive por aqui já e cá estou novamente. Belo espaço de propragação da arte, do pensamento...
    Te convido a conhecer meus romances. Três deles estão disponíveis para serem baixados em formato PDF. Boa leitura e um grande abraço do lado de cá do Atlântico.
    João Bosco Maia
    Santa Isabel do Pará - Brasil

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